De vuelta desde el archipiélago
Tras varios meses de ausencia, y despues de que mí última entrada fuera más producto de la ebriedad que de cualquier otra cosa, me alegro de poder volver a estar con vosotros.
Ayer en un lapso durante la jornada laboral, me dio por pensar cuánto había cambiado mi vida en los últimos 18 meses. Separado del calor de aquellos que tanto me conocen, llevo un tipo de vida que siendo también gratificante y enriquecedora, es distinta en algunos aspectos. Añoro sin amargura, pero añoro.
Llevo en Fuerteventura desde el mes de Octubre. Es una tierra en medio del Atlántico, hermosa, pero vacia de libros y llena de gentes ensimismadas, en un aislamiento que quizas no es solo justificable a partir de la mera ubicación física.
A continuación, os voy a dejar unas lineas que escribí un día en el que pensaba en lo maravilloso que resulta que el nombre de uno surja con cariño de los labios de otro. Cuando llevas tiempo lejos de tu hogar, a veces asalta el miedo, mientras hablas con alguién de algún amigo lejano, de que tu nombre ya no aparezca en las conversaciones y entonces, casi te dan ganas de rezar...
La boca de otro
Es un momento, un chasquido de carne
Una cabriola tierna de saliva y lengua
El sonido de tu nombre llena mi mundo
En un juego del ausente y del presente
Es la boca mia que te trae hasta aquí
En este lugar tan lejano donde no estuviste
Te saco de mis labios para que mires esta esmeralda
Y seas feliz conmigo aunque ahora ya no demos paseos
Por caminos de nuestra pequeña ciudad de provincias
Asomada al cantábrico muy bravo y no siempre frio
No tan distinto de este lugar que es el mío ahora
Y donde por la magia de capricornio te invoco a mi vera
Y las vidas, pendientes, discurren lejanas, entre nuevos riscos
Pero la correosa memoria aun puede trasvasar los cauces
Elástica, todo lo fiel que la deja, el tiempo y la lejanía,
Sólida, todo lo fiel que la hizo, la confianza y risa.
Y deseo entonces la dicha de yo estar en la boca del otro.