Maitines
Se me dieron vuelta los ojos
En los umbrales de Octubre,
Y mientras nuestros lazos mutaban
Como el verdor inmenso del Otoño,
Vislumbre que nada poseia
Ninguna tierra era la mía;
Ningún árbol me necesitaba.
Se me limpió la vista triste y
Las avenidas por las que caminé
me previnieron contra la nostalgia.
Y al pasear por el borde argentino de la bahía
Una tarde me di cuenta, tímido,
De que no podía vivir con tristeza:
Allá donde estuviera, la brisa estaría
Silbando en mis oidos de nuevo peregrino.
Así, me fui acostumbrando, con calma,
A no tener, a no engañarme, a vivir y a sentir
Un mundo real como el tiempo y la muerte,
Mas cubierto de burdos y convencionales velos
Para intentar ocultar su insoportable belleza.