29/4/12

7.

Están de paseo un domingo por la noche. Pero hace nada había sol. La oscuridad cae rápido en una ciudad de verano escueto. No les importan mucho ahora los astros y caminan contentos por las calles casi vacías de octubre.

Ya no son unos desconocidos como hace poco. La estimación mutua va creciendo y la confianza es palpable, sobre todo en la forma de reír. Aunque, pese al mutuo trato, aun hay un respeto extraño y hermoso, un especial cuidado para no lastimarse, para usar la palabra precisa.

Sin admitirlo, quizás sin saberlo si quiera, están preparándose para otra cosa que no es una simple y bella amistad.

Hablan de todo, hablan de las cosas de la calle, tan visibles, y de lo que no es tan material. Se preguntan, recuerdo como se preguntan, cuántas dimensiones existen, si hay algo más que tiempo y espacio. Ella llama a su hermana, que es matemática, para ver si les puede ayudar…

Si hay algo más que tiempo y espacio donde poder seguir caminando y riendo después. Mucho después.

25/4/12

6.

La luz anaranjada, caliente, de los disco-pubs. El garito se llama BNS, tiene la playa a los pies, y la mayoria de las veces es un sitio bastante hortera y no demasiado recomendable. Pero hay noches en que uno lo puede pasar bien, y esta es una de ellas.

Suena Outkast con aquella canción, Oh Yeah, que tanto bailamos todos entonces. Ya estan allí meneandose él y ella, y muchos otros queridos amigos. Justo este finde, porque aun es viernes, ha venido a verla una de sus mejores amigas y se la presenta a gritos y entre risas. Copa va y copa viene. Esta noche no hace falta ser crítico con el pinchadiscos.

Nada en el recuerdo recuerda como acabó aquella noche, pero todo iba fluyendo con suavidad, plantando una hermosa base de rumor de olas y arena, que se colaba entre canción y canción, canción y canción, canción y canción...

En la carniceria

"¡Hay más tiempo que vida!"

12/4/12

5

Otra vez la semana llega a su fin. Un viernes nuboso, con algo de lluvia y temperatura suave. Nada raro en el norte de España. Ella le ha invitado a comer a su casa.

Empezaron hablando en un despacho mientras él terminaba varios informes, y la conversación fue tan rica y tan amena que quisieron continuarla.

Su piso está cerca, a unos diez minutos andando del trabajo.Es una zona muy cómoda,ni demasiado pija ni demasiado lo contrario; No es el centro-centro, pero está cerca del mismo y todo lo necesario, salvo quizás la playa- que es necesaria- se puede alcanzar a pie.

Es un primero. Él nunca antes ha estado en su casa. Nada más cruzar la puerta le llega un olor agradabilísimo a limpieza y tranquilidad, a calor bueno. El piso, aunque es compartido, huele como ella, como nadie más. Y hoy estan solos.

Han comprado una barra de pan y una botella de mosto antes de subir. Ella le cuenta que iba a preparar un pescado al horno, una dorada, y a él le parece una idea fantástica. Le dice que ella se ocupa. Mientras aprovecha para mirar el inmenso patio que está conectado a la cocina: Debe de tener unos cuarenta metros cuadrados o más y los otros pisos pueden verse desde allí con sus tendales bailando al viento; hay algunas plantas y una de ellas llama su atención. No conoce su nombre y se lo pregunta. Es una camelia, le contesta.Mi abuelo las cultiva en Galicia- explica ella.

Él se queda,un momento,admirando en silencio los prietos capullos de tierna flor de un rosa pálido.

La camelia no florece hasta el invierno.