21/2/10

Para Ein y EigenPersona

Hoy no he podido aparcar donde yo queria; así que tras media hora dando vueltas he decidido buscar un plan alternativo.Finalmente he encontrado espacio, aunque pagando, delante de la Almudena. Es uno de febrero y yo me estoy bañando en el sol del invierno, que entra gordo y fuerte por la cristalera inmensa de una cafeteria de la calle Segovia.

La cafeteria la regenta una señora; una de esas señoras que, antes de entrar en la recta final, toman la última curva con elegancia. La he pedido un café con leche, que como ya sabeis,en Madrid siempre va en un vasito alargado.Ahora mismo, sobre la mesa de granito, estoy yo, sintiendo el cada vez mayor peso del sol.

En la misma mesa, el vasito proyecta una sombra larga y absolutamente perpendicular, de mediodía. Por cierto, el vaso, ante el calor, se comporta con unas maneras mucho más elegantes que las mias:No suda.

Y una digresión más...o no tanta: Dice Thomas Mann en La Montaña Mágica, entre otras muchas cosas, que quien espera, considera el tiempo como un obstáculo, y no como un don. Yo tambien creo que es un regalo, y que debe ser aprovechado como muestra de gratitud.

Por eso hoy, que hará más o menos unos tres años que Ein y EigenPersona me invitaron a entrar en este espacio, quiero darles las gracias.Porque con aquel gesto, y con muchos otros que hoy no corresponde enumerar, me ayudaron y me ayudan a convertir el tiempo que corre en un gozo.

No hay comentarios: