10/6/12

El infinito interior

Supongo, mientras salgo del centro de Madrid en coche, a las 7:30 de la mañana del domingo, viendo los rostros de mis coetaneos desencajados por el alcohol o el amor o la falta de sueño o la cocaina o todo a la vez, que si que tenemos hoy en dia algunos problemas. Que por otro lado me parece que no son aquellos que salen en los medios y con los que la ya pasada noche me he permitido el lujo de soñar, malgastando así fantasia y fuerza onírica en cosas tan estériles.
Supongo, quiero suponer, que lo que nos ocurre es que cada uno de nosotros olvidamos cada mañana nuestro valor real, y así españolitos y occidentales en general, corremos como pollo sin cabeza pensando que tenemos que responder a mil y una expectativas de distinto orden: Académico, laboral, económico, social...
No nos damos cuenta de como en nuestro interior y por un tiempo limitado, que quizás es solo una fantasia, albergamos bajo nuestra piel infinitos milagros que se perpetuan así mismos: Millones de entidades vivas conectadas entre sí y a nosotros mismos respiran, se comunican, nutren y reproducen en nuestro cuerpo, y llevan en sus nucleos la historia casi eterna de la vida. Hay un infinito en el Cosmos insondable, pero hay un infinito aun mayor hacia dentro de cada uno de nosotros mismos.
Que no diga nadie que alucino o que esto es delirante, puesto que es claramente mucho más real y replicable que cualquier paparrucha económica que todos esos tipos sin escrúpulos nos quieren hacer creer y con las cuales pretender robar la alegria de la gente.
Pero en cualquier caso, quizás en esta coyuntura acabemos aprendiendo todos algo. Que somos nosotros como decia Gino Paoli hace poco en la Rock Delux, nuestro propio enemigo; que nosotros mismos somos los que nos estamos oprimiendo con nuestro afan de consumo, con nuestro narcisismo estúpido. Que hay mucha mierda que sacudirse de encima y que no debemos de culpar a nadie del mal uso que hacemos de nuestra libertad. No somos ni mejores ni peores que los de antes, pero podemos empezar a ser mejores o peores.

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