4/6/12

9.


La luz tan anaranjada del viejo piso es aun más anaranjada por efecto de las baldosas de la cocina. Los muebles viejos están chapados en verde y en cada puerta de cada alacena se agolpan fotos de amigos y flores de papel con mensajes cariñosos escritos.

Hoy él está solo en el piso. La ha invitado a cenar una tortilla de patatas con chorizo, y mientras la prepara, tiene un disco de Prince sonando en el viejo CD portátil marca Sony: Diamonds and Pearls, no tan bueno como otros.

Ha barrido un poco la cocina, pero es difícil no pensar que podría estar un poco más limpia. No importa mucho, también es difícil pensar (y sentir) que pudiera ser más acogedora. Con toda la atención puesta en que las patatas se hagan sin quedarse pegadas a la negra sartén, casi le pilla el toro, pero finalmente la tortilla queda rica y a tiempo.

Mientras, ella va caminando hacia el piso, protegiéndose de la fina lluvia bajo los soportales de una plaza cercana. Un sentimiento de familiaridad teñido de húmedo y salitre anida súbito en su pecho, e inconsciente estrecha los cuellos de su tres cuartos para que no se escape y así el pajarito se quede un rato más con ella.

La cena discurre tranquila en la mesa redonda cubierta de un hule floreado.

 Efectivamente, ella no tiene en cuenta la posibilidad de un grado mayor de limpieza, pero sí tiene muy en cuenta la calidez que la rodea.

No hay comentarios: