27/4/10

La Casita de Carne (III)


Así que aquella tarde comenzó a deshollar los animales. Separó la carne de los huesos con el cuidado y la habilidad que su entrenamiento como cirujano ortopédico le había otorgado. En una bañera, virtio cal, y fue colocando los huesos, para que quedaran aun más limpios.

Dispuso como pudo fémures y húmeros a modo de columnas y sobre ellos desplegó, abiertos como pétalos, arcos costales. El edificio avanzaba, crecia, se transformaba y Cristobal, cubierto de sangre y coagulos negros, sonreia en su loca empresa. Nadie le podria entender. Nadie le importaba.

Las escápulas completaron el tejado. Cortando finos filetes, primoroso, tendio la techumbre y extendio las paredes. De las visceras y de otra casqueria se deshizo dejando que las aguas del rio arrastraran los tejidos hasta el fondo del profundo Atlántico.

La noche llegó, y él ya tenia su lecho de carne bajo su carne, su techo de carne sobre su carne.Todo era carne y huesos.Pronto comenzaria su leyenda, y mientras esperaba el mito llegar, se recostaba sobre la carne, ya caliente, y masticaba un pequeño trozo de pared.

...Y llegó el sueño, y el sueño fue mucho más imposible que la realidad. En el sueño amaba y no tenia que volver a un caparazón de carne donde estar tranquilo.Amaba y era amado sin violencia...

22/4/10

la casita de carne (II)

...Mientras conducia su furgón, pensaba, excitado, como ensamblaria los huesos largos, vaciando su médula, atornillandolos con esmero. Las paredes serian de pectorales y psoas, el techo de diafragma. Su sueño más salvaje se había desatado, y ya no queria saber de amores ni palabras, tan solo de huesos y carne, que el comeria cuando tuviera hambre, y repondria cuando fuera preciso.

Ya se imaginaba féliz en su montaña, en la casita con escaleras forradas de falda y en una cama con almohada de entrecot, cuando, en la carretera que asciende desde Villacarriedo a Abionzo, un inesperado control le obligó a parar un momento...Su corazón se subió hasta la boca, estaba muy nervioso:¿Y si le metian a un manicomio?¿Y si nadie comprendia su fantástica idea?De súbito, reconoció a Emilio vestido de guardia civil...

-¡Coño, Cristobal, cuánto tiempo!Hace mucho que no vienes por el pueblo.

-Sí...

-Ah, y mira, llevas una de esas vacas con asas- comentó Emilio mientras introducia su cabeza por la ventanilla delantera con una familiaridad que incomodó a Cristobal.-Qué cosas, todavía me acuerdo de cuando las vacas andaban por los praos.-Prosiguió el campechano guardia civil.

Cristobal agarraba tenso el volante con las dos manos, y una gota de sudor apareció en su sien...El encontronazo con lo que algunos definirian un amigo de la infancia se estaba haciendo eterno.Decidió que tenia que cortar rápido aquello si no queria complicaciones:

-Bueno Emilio, si no necesitas nada más, me marcho, que se me pone la carne mala-Interrumpió secamente Cristobal.

-Vale, vale¡ A ver si te pasas por el bar un día de estos!¡Hasta luego!

Por fin, a eso de las once de la mañana llego a la finca de su familia. Nunca iba nadie, así que estaba casi seguro de que podria vivir en la carne, sobre la tierra, sin que nadie le molestara: Colgandose de travesaños de carbonato cálcico, sacando los brazos por entre rejas de femur. Sería un ogro, un diablo, un humano fuera de lo humano...Se dejaba llevar por la locura como arena en la galerna.No quería volver, ya tan cansado como estaba de los otros.Pensaba que con su armadura de carne y misantropia se encontraria a salvo...

11/4/10

La casita de carne (I)


Una vida pobre o una vida rica... Hubo una vez un hombre que decidió encerrarse en una celda de carne y huesos. Una soleada tarde, durante los calores primeros de Junio, decidió que una nueva etapa de su vida comenzaba.

A la mañana siguiente se dirigió, muy temprano, al matadero municipal.Nunca había estado allí, así que perdió un poco de tiempo callejeando por el polígono industrial donde el matadero se encontraba, confundido con talleres mecánicos y almacenes de telas. Finalmente lo encontró. Franqueó la puerta y se dirigio al primer hombre que vió:

- Buenos días. Quiero comprar dos vacas muertas- Dijo el hombre.

-¿Desea alguna raza en especial?-Contestó el empleado del matadero.

- No, unicamente quisiera que tuvieran buenos huesos...ya sabe,con mucha médula.

- ¿Así que van a hacer un caldo para las fiestas de San Pedro?

- Sí, más o menos- Le siguió la corriente, pues tenia miedo de que si se desvelaba su propósito, no le vendieran las vacas.

- Pues creo que tenemos justo lo que desea...

El matarife invitó a Cristobal a que lo siguiera a través de un pasillo frio, blanco y aséptico. Ni rastro de sangre, solo fluorescentes zumbando. Abrió una puerta mientras explicaba orgulloso:

- Ahora, con los avances en biotecnología, ni siquiera tenemos que matar a las vacas; programamos su muerte para una fecha concreta y fallecen sin estrés ninguno. El resultado: Una carne de primerisima calidad- contaba orgulloso el matarife, relamiendose disimuladamente el labio superior.Era pulcro y eficiente, casí parecia un mancebo de farmacia; tan solo sus peludos y fuertes antebrazos quedaban como vestigio de un pasado distinto.

-¡Pero no se quedé ahí parado hombre! -prosiguió el empleado.-Las del 26 de Junio estan a punto de morir¡Mire, mire!¡Qué rigor!¡Es qué no me canso de verlo!

Cristobal no pudo evitar sobresaltarse y lanzar un gritito involuntariamente afeminado que de inmediato disimuló con un carraspeo.

El matarife, sin alterarse lo más mínimo por aquella muerte silenciosa prosiguio con la venta:

-Además, ahora las vacas vienen con unas asas la mar de prácticas, y si lo prefiere, le puedo ofrecer, por un precio menor, un par de ejemplares sin patas, que total luego casi nadie las aprovecha. Es un modelo que está teniendo un gran éxito de ventas.

- No,deje. Muchas gracias. Me llevaré estas dos.

El matarife llevó las dos vacas hasta el furgón de Cristobal y le ayudó a cargarlas.

-Y llevelas rápido a la camara frigorífica¡No querrá arruinar su guiso!

-¡Sí claro!- Mintió Cristobal


...Continuará.