La Casita de Carne (III)
Así que aquella tarde comenzó a deshollar los animales. Separó la carne de los huesos con el cuidado y la habilidad que su entrenamiento como cirujano ortopédico le había otorgado. En una bañera, virtio cal, y fue colocando los huesos, para que quedaran aun más limpios.
Dispuso como pudo fémures y húmeros a modo de columnas y sobre ellos desplegó, abiertos como pétalos, arcos costales. El edificio avanzaba, crecia, se transformaba y Cristobal, cubierto de sangre y coagulos negros, sonreia en su loca empresa. Nadie le podria entender. Nadie le importaba.
Las escápulas completaron el tejado. Cortando finos filetes, primoroso, tendio la techumbre y extendio las paredes. De las visceras y de otra casqueria se deshizo dejando que las aguas del rio arrastraran los tejidos hasta el fondo del profundo Atlántico.
La noche llegó, y él ya tenia su lecho de carne bajo su carne, su techo de carne sobre su carne.Todo era carne y huesos.Pronto comenzaria su leyenda, y mientras esperaba el mito llegar, se recostaba sobre la carne, ya caliente, y masticaba un pequeño trozo de pared.
...Y llegó el sueño, y el sueño fue mucho más imposible que la realidad. En el sueño amaba y no tenia que volver a un caparazón de carne donde estar tranquilo.Amaba y era amado sin violencia...
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