23 de Mayo
Hola Javi,
Pasan tantas cosas a cada momento...Tienes vida chorreando por todos lados; mamá y yo casi no podemos ser más felices. Sin darte cuenta llenas el mundo de novedad y de sonrisas. Es mucha la energía necesaria para seguir tu ritmo, pero estamos a tope. Aunque al final del día, cuando ya te hemos dado la cena y el biberón, cuando te llevamos a la cuna en el tren del amor, rezamos un poquito, te damos el pete y tú te pones en la cuna en la posición de dormir, que es conocida por nosotros como el “ trasero di fora” llega el momento de que papá y mamá se sienten y recuperen las fuerzas para el día siguiente.
Cada día aparecen palabras nuevas desde tus labios, que son pronunciadas por ti con una inusitada musicalidad y una dulzura que los adultos difícilmente son capaces de reproducir. Hace poco, en ese blog solitario donde apunto ciertas cosas que espero se puedan seguir releyendo en el futuro, escribí una lista de las cosas que ya decías. Ahora, semanas después, es mucho mayor: Dices ayos, dices afu, dices un dos tes, dices fesa y acias, dices ala, y Afa y Pepe y Avi, y también Isa, y abuelo y abuela. Y cuando dices abuela pones la voz finita, y cuando dices abuelo pones la voz gordota; Y pueta. Y sobre todo, lo que más dices es coche, coche, coche. Es que te gustan muchísimo.
Y alguna palabra más que me dejo seguro. Y las vas empezando a juntar, para mezclarte con el mundo, para que el mundo se mezcle contigo. Para que todo sea mejor y más hermoso, para ir construyendo nuevas figuras, o viejas figuras de nuevo, igual que haces con los bloques de colores que te regalaron los abuelitos.
Ayer Mamá tenía que hacer un trabajo, y entonces nos fuimos tú, yo y el primo Rafa a la plaza de París. Lo pasamos muy bien. Eran como las siete y cuarto cuando llegamos y nos metimos en el agujero piscinero, que es el hueco de arena que hay en la casita de recreo. Estábamos buscando un tesoro, porque yo tenía un mapa que ponía que estaba en Venecia, y nos pusimos a cavar, sobre todo el Primo Rafa. Tú le ayudabas fenomenal. Después vino un niño que parecía ruso y que se llamaba Antón, y también nos ayudó a cavar. Te cuento todo lo que encontramos: Un hueso de dinosaurio pequeño, una piedra mágica que pintaba, una pipa de girasol de cuando los dinosaurios, un ala de murciélago… ¡Encontramos de todo!
Y luego ya os cansasteis de cavar. Y tú te lanzaste por el tobogán chiquitín, que se te da estupendamente, y luego nos montamos en el columpio, y te daba la risa. Y de repente, agarrabas a Rafa y le dabas un abrazo muy gordo.
Te quiero.
Hasta luego.
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