23/10/12

11.



No tarda el amor en crecer cuando el mundo le apura, cuando los movimientos de traslación remueven el sustrato y el paso del tiempo amenaza con separar a los que se podrían juntar íntimamente.

Así  hizo falta una pequeña  separación, una levísima fractura en la rutina, para espolear los corazones que parecían a punto de quedarse dormidos o, más gravemente, a punto de  alejarse de su objetivo distraídos por algún engañoso canto del pasado.

Aquel mes de las navidades, ellos dos iban a ser trasladados en su trabajo. No iban a verse más a diario, ni iban a poder compartir confidencias frecuentemente. Tampoco es que cambiaran  de ciudad, pero el hecho del traslado marcó una pequeña señal que hizo recapacitar sobre lo agradable y reconfortante que era la presencia del uno para el otro: Verse y hablar, reír juntos,  iban a dejar de ser fruto de la rutina: Ahora cada encuentro podría adquirir un significado mayor, peligrosamente mayor.

Había que empezar a significarse.

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