23/10/12

12.



Se echaban de menos sin saberlo.

Un viernes quedaron para salir por la noche con más gente. Sus estilos eran aparentemente distintos a la hora de beber, a la hora de bailar, pero había algo que les unía por encima de todas aquellas diferencias, y probablemente era que no daban demasiada importancia a las diferencias o que, más probablemente aun, a lo largo de los años ambos habían aprendido a tolerar y a disfrutar las diferencias.

Conforme la noche iba avanzando, esas diferencias se iban difuminando: Ella se mostraba más rockera, el más cercano a las pistas de baile.

Sin duda se estaban dejando llevar un poco, pero todavía existían ciertos pudores. Una prudencia que solo más tarde podría ser correctamente interpretada.

La noche seguía, y el grupo seguía cerrando bares.

Pero las noches de fiesta en el norte de España, por aquel entonces, eran duras: Cada minuto después de las cuatro y media de la mañana debía ser peleado para ser disfrutado, sobre todo si los atletas no se dopaban mucho, como era el caso.

Así que rozando las cinco de la mañana, él anuncio al resto del grupo, ya algo mermado por los que siempre se iban antes, que se marchaba a casa.

Ella se quedó hasta bien entrada la mañana.

Cada uno por su lado, pero ya pensando más de la cuenta el uno en el otro.

Días divertidos, sin duda.

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