13.1
Baja por las callejuelas empinadas, pensando en ella. El
viento sigue viniendo del sur y templa la noche. Deben de ser más de las doce.
Piensa en su mano.
Su mano. Cuando se habían encontrado ambas por primera vez,
ya desde entonces, él había notado una cualidad especial en la de ella. Ya
parece lejano el momento de aquel primer saludo, pero justo ahí, de forma
rápida, oculta, inconsciente pero profunda como todo lo inconsciente, ahí ya la
finura de su mano femenina le dejó una muesca grabada en el corazón.
Las manos de mujer por lo general son finas y suaves pero la
de ella, le pareció a él, que portaba algo especial. Era en si misma un
mensaje.
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